
Costo de vida en La Paz: lo que realmente importa no siempre cuesta más
Lo que redescubrí al volver a casa
Cuando volví a La Paz, lo primero que me deslumbró no fue un precio, fue un color.
Los tonos del mar, el cielo, las bugambilias en las esquinas… todo se sentía más vivo. Pero si tengo que hablar del día a día, lo que más me tocó fue otra cosa: la amabilidad de la gente.
Aquí la vida tiene otro ritmo. No se mide en cuántos likes o cuántos pendientes tachaste del calendario.
Y aunque el dinero claro que importa, he aprendido que aquí no necesitas ganar millones para tener una vida bonita.
Cosas que antes eran un lujo, y aquí son parte de la rutina
Antes, para tener una tarde en la playa tenías que organizar un viaje, ahorrar para la gasolina, comprar boletos o pagar entrada.
Aquí, en cambio, tenemos acceso a playas espectaculares, limpias y tranquilas, a pocos minutos y completamente gratis.
Ir a caminar por el malecón al atardecer, nadar con vida marina, andar descalza en la arena…
Esas cosas que en otros lados se programan, aquí simplemente se viven.
La calidez que no se compra
Una de las cosas que más me conmueve de La Paz es que es una ciudad profundamente humana.
Las personas te saludan con una sonrisa, te escuchan, te ayudan. Todo es más conversado, más cercano.
Venir de ciudades grandes (como CDMX o incluso Vancouver) me enseñó que allá uno se mueve rápido, pero se toca poco. Aquí, en cambio, la vida se cruza con otras vidas todo el tiempo. Y eso no cuesta nada.
Cosas sencillas… que aquí no son lujo
Comer bien aquí no tiene que ser caro. Los productos frescos, los puestos de comida, los mercados locales…
Incluso tener ayuda en casa para la limpieza es accesible.
Y claro, no todo es perfecto: si me pongo exigente, diría que conseguir buen queso o comida vietnamita auténtica no es tan fácil.
Pero cuando veo a mi hija correr en la playa, cuando tomamos algo frío frente al mar, cuando hacemos planes sin gastar casi nada… me doy cuenta de que estamos viviendo algo valioso y simple.

¿El dinero rinde más? Sí. Pero también hay que saber vivir aquí
Vivir en La Paz puede ser muy asequible, especialmente si te integras.
Comer como un paceño, moverte como un local, comprar en los lugares donde compra la gente de aquí…
Eso no solo te ayuda a gastar menos. Te enseña a ser parte. A entender la ciudad desde adentro.
¿Vale la pena? Yo creo que sí.
Mi consejo para alguien que viene de una ciudad grande y tiene dudas sobre el costo de vida o si le va a alcanzar, es simple:
no trates de replicar tu vida de allá, aquí. Vive como se vive aquí.
La Paz tiene una forma muy suya de regalarte calidad de vida. No necesita grandes lujos. Solo apertura, sencillez y conexión.
Y si necesitas ayuda para descubrir si este lugar puede ser para ti, aquí estoy.
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